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4.10.10

_ Viendo teatro _ “LA CELESTINA” _ Los amores de Calisto y Melibea _


................................................................(programa)

Fuimos a ver “La Celestina”, que se está representando por estos días en el Teatro del Centro. Se trata de una adaptación escrita por el argentino Daniel Suárez Marzal, a partir de la obra mayor de Fernando de Rojas, que es del siglo XVI, (la primera edición conocida data de 1499).
A lo largo de los siglos transcurridos la crítica ha debatido acerca del género literario de “La Celestina”, dudando si clasificarla como obra de teatro o como novela. Finalmente ha coincidido en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro.

En la obra completa, que por otra parte es imposible llevar a escena en el teatro actual por su extensión, son siete los personajes centrales. En esta versión adaptada son sólo tres, Celestina (Susana Groisman), Melibea (Angie Oña) y Calisto (Fernando Vannet); a los que se agrega un músico (Jorge Bell) que toca en vivo varios instrumentos y tiene una participación complementaria para el desarrollo de la trama.



...............................................................(Susana Groisman, la Celestina)

Les cuento, para los que no la conocen, que la sala B, del Teatro del Centro, tiene un escenario semicircular a nivel del piso, con las butacas alrededor, donde si uno está ubicado en las primeras filas prácticamente está “metido” dentro de la escena y oye hasta la respiración agitada de los actores y actrices cuando la acción es muy movida y ágil, como en este caso.
La escenografía es mínima, funcional a las características del espacio disponible y a la movilidad de los personajes.

Personalmente, me gustó esta representación, hay un juego escénico en el que los actores brindan actuaciones convincentes, haciendo creíble y actual un drama escrito hace 500 años.
Lo que, por otra parte, prueba el valor de universalidad del texto.

Considero que sobresale la actuación de Angie Oña -la joven Melibea- por su frescura y fuerza expresiva, además de excelente voz.

Pero, sin duda, el personaje más rico en cuanto a diálogo y complejidad psicológica es el de Celestina.
La puesta en escena del director Marcelino Duffau obliga a Susana Groisman a un constante movimiento físico (con baile incluido) al tiempo que desarrolla sus parlamentos, por lo que resulta una actuación muy dinámica, llevada adelante con solvencia y capacidad histriónica.

Fernando Vannet, en su papel de enamorado ansioso, me pareció un tanto sobreactuado, con algunos gestos demasiado exagerados
Pero no desentona en cuanto a darle agilidad a la obra y permitir que sus compañeras tengan sus intervenciones a tiempo y con el juego físico y gestual que la puesta en escena les exige.


...................................................................................(Angie Oña, Melibea)

El lenguaje ha sido adaptado a una versión moderna y más universal, pero sin desprenderse totalmente de los giros del castellano clásico.
Una mención especial para las voces de Oña y Vannet, muy afinadas, cuando cantan pequeñas canciones que funcionan como uniones entre escenas y “explicaciones” de lo que está ocurriendo.

Hay algún descuido en cuanto al vestuario, por ejemplo las zapatillas (“championes”) de Calisto, con marca incluida. Pero, en general, es un vestuario atemporal, que aporta a la característica de cada personaje : con mucho blanco para la joven núbil; bastante elegante para el enamorado, que es hijo de una familia muy rica, (salvo el detalle ya mencionado, que resulta más visible en contraste con el traje) y un ropaje gótico muy adecuado para la vieja Celestina.


En relación a la utilería, se podría decir que resulta poco feliz la utilización de una petaca metálica (muy cinematográfica y moderna) por parte de Calisto para emborracharse, cuando tal vez pudo haber sido un elemento puramente simbólico, como otros que componen la utilería.











Para finalizar, creo que no es obra ésta para ser vista por niños y adolescentes, (por ejemplo grupos liceales de los primeros grados) -sobre todo si no están habituados a ver teatro-, no tanto por el lenguaje utilizado, sino más bien por alguna escena cruda en cuanto a la gestualidad e interacción corporal.
Y conste que no me pongo en una posición de observador pacato, sino más bien como docente que no logra desprenderse de su condición de tal en distintas situaciones de la vida y especialmente en ésta, tan importante para trasmitir valores culturales.
Sin embargo, esto último no quita méritos a la obra ni a su puesta en escena, la que recomiendo calurosamente para que vayan a verla aquellos lectores que gustan del teatro. Texto Wilson Mesa.

(Fotos de Internet, las cuatro primeras).
(Las fotos dentro del teatro fueron sacadas por A.G.B. con un celular y con la luz de escena, por eso se ven poco nítidas)
(Todas se pueden ampliar con un click)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una preguntita el teatro del centro es el antiguo circular?? sabes cuando lei La Celestina cuando estaba en el liceo me encanto!!! hace un tiempito pero fue un libro que me impacto un abrazo Ana

w.m. dijo...

No, Ana, el Circular sigue vivo, está en la calle Rondeau 1388. El teatro del Centro se llama Carlos Scheck y es en el edificio del diario El País, justo en un rincón de la plaza Cagancha (Libertad), a la vuelta de la Suprema Corte de Justicia ¿te acordás?

Vieron lo de la flor de la higuera? Supongo que sí. Un abrazo a ambos.

Anónimo dijo...

Si ahora me ubico ,gracias por la informacion que tengfas un buen dia Ana