("Artigas dictando a su secretario Monterroso", óleo de Pedro Blanes Viale)
Dámaso Antonio Larrañaga, en 1815, hace una descripción de Artigas cuando lo visita en Prurificación (Paysandú).
“... A las cuatro de la tarde llegó el General, el Sr. D. José Artigas, acompañado de un Ayudante y de una pequeña escolta.
Nos recibió sin la menor etiqueta.
En nada parecía un general: su traje era de paisano, y muy sencillo: pantalón y chaqueta azul sin vivos ni vueltas, zapato y media blanca de algodón, sombrero redondo con gorro blanco y capote de bayetón eran todas sus galas, y aún todo eso pobre y viejo.
Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco,
de muy buenas facciones, con la nariz algo aguileña, pelo negro, y con pocas canas: aparentaba tener unos 48 años ...”
LARRAÑAGA, Dámaso A. “Selección de Escritos”, Montevideo, Biblioteca Artigas Nos recibió sin la menor etiqueta.
En nada parecía un general: su traje era de paisano, y muy sencillo: pantalón y chaqueta azul sin vivos ni vueltas, zapato y media blanca de algodón, sombrero redondo con gorro blanco y capote de bayetón eran todas sus galas, y aún todo eso pobre y viejo.
Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco,
de muy buenas facciones, con la nariz algo aguileña, pelo negro, y con pocas canas: aparentaba tener unos 48 años ...”
Artigas
Se las arregló para ser contemporáneo de quienes nacieron
medio siglo después de su muerte
creó una justicia natural para negros zambos indios y
criollos pobres
tuvo pupila suficiente como para meterse en camisa de once
varas
y cojones como para no echarle la culpa a los otros
así y todo pudo articularnos un destino
inventó el éxodo esa última y seca prerrogativa del albedrío
tres años antes que naciera marx
y ciento cincuenta antes de que roñosos diputados la
convirtieran en otro expediente demorado
borroneó una reforma agraria que aún no ha conseguido el
homenaje catastral
lo abandonaron lo jodieron lo etiquetaron
pero no fue por eso que se quedó para siempre en tierra
extraña
por algo nadie quiere hurgar en su silencio de viejo firme
no fue tosco como lavalleja ni despótico como oribe ni astuto
como rivera
fue sencillamente un tipo que caminó delante de su gente
fue un profeta certero que no hizo públicas sus profecías
pero se amargó profundamente con ellas
acaso imaginó a los futurísimos choznos de quienes
inauguraban el paisito
esos gratuitos herederos que ni siquiera iban a tener la
disculpa del coraje
y claro presintió el advenimiento de estos ministros alegóricos
estos conductores sin conducta estos proxenetas del
recelo estos tapones de la historia
y si decidió quedarse en curuguaty
no fue por terco o por necio o resentido
sino como una forma penitente e insomne de instalarse en su
bien ganado desconsuelo.
..............................** Mario Benedetti
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