17.8.09
Romildo Risso _ Poeta nativista
Romildo Risso (1882- 1946)
Romildo Risso nació en Montevideo el 20 de octubre de 1882, en el seno de una familia de clase media. Su madre se llamaba Amelia Sánchez y su padre fue el oficial de Marina Luis Risso. Tuvo cuatro hermanos: Amanda, Irene, Luis y Juan Carlos.
Desde la adolescencia Romildo se destacó por su espíritu rebelde. Esto queda demostrado en su irregular trayectoria liceal: sólo se reglamentó en primer año y luego continuó en forma libre.
Durante su juventud, a la vez que comenzaba a escribir, Romildo integró el Club Taurino de Montevideo —ubicado en la Plaza de Toros de la Unión—. En 1899, con 17 años, ingresó a la Administración Pública como Supernumerario de la Contaduría General de la Nación, y unos años más tarde revistó en la Guardia Nacional como subjefe del batallón No. 10. Pero el trabajo de oficina no le gustaba: desde pequeño, cuando su padre lo llevaba al interior, buscó con ahínco una vida al aire libre. De esos viajes le quedarían las primeras y fuertes impresiones del ámbito rural, pero también la gran admiración por su padre.
En 1910, a los 28 años, Risso se radicó en la ciudad argentina de Rosario. En ese lugar, y después de ejercer variados oficios —un artículo de un medio argentino menciona el de vendedor de lubricantes—, llegó a ser Gerente de la empresa Yerbatera Argentina S.A. Pese a las largas jornadas laborales, logró mantener vivo su afecto por la naturaleza: en una casa de campo en Alberdi llegó a criar no menos de veinte razas de perros, a muchos de los cuales amaestraba; también allí, diseñaba las jaulas de sus canarios y se dedicó al cultivo de varias clases de rosas.
Gracias a su cargo en la yerbatera, Risso viajó a las provincias de Salta Misiones, Tucumán, Entre Ríos y Corrientes e incluso visitó varias veces el Paraguay.
Tras más de una década de vivir en Rosario, en 1922 se estableció en Buenos Aires donde residió hasta 1938.
Vuelta a Uruguay. A pesar de que en Argentina se lo estimuló y se lo trató siempre con cariño, Romildo nunca quiso obtener la carta de ciudadanía de aquel país. Añoraba Uruguay y deseaba retornar a su tierra. Su regreso al país se produjo tras 38 años de residir en Argentina. Casi de inmediato, en 1942, acepta el cargo de Subadministrador General de la Oficina Nacional de Turismo, que abandona en 1943 al ser ascendido a Cónsul de Distrito de Primera Clase, adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores. En ese tiempo, su salud comienza a desmejorar ostensiblemente.
Fue atacado por una parálisis progresiva que acabó por impedirle articular palabra. Tras prolongada y dolorosa enfermedad, murió el 29 de marzo de 1946.
El campo, el hombre y sus costumbres fueron la base de los poemas y relatos de Risso, que no nació ni vivió en el campo. Su capacidad de observación y la experiencia deben haber jugado un papel fundamental para que el poeta alcanzara esa impronta criolla, difícil de incorporar para quien se mueve en medios urbanos.
En sus composiciones Risso se expresa como si fuera el protagonista. Por otra parte su temática, en varios aspectos, no se asemeja a la de otros poetas contemporáneos suyos que cultivaron el nativismo.
Mucho tiempo le llevó hacer pública su obra : si bien existen testimonios de que ya escribía en la adolescencia, recién en 1931 (a los 50 años) publicó "Ñandubay", su primer libro de poesía.
La crítica destacaba, por sobre todas las cosas, la originalidad de "Ñandubay", ya que desde hacía algunos años se venía insistiendo en trilladas pinturas y estereotipos para describir costumbres y paisajes.
Tras el impacto de "Ñandubay", en 1934 apareció "Aromo", su segundo libro. Quienes conocen en profundidad su obra, coinciden en que estos dos primeros libros encierran lo mejor de su producción literaria.
Con "Aromo", Risso se consolida como un autor muy personal.
Después publicó "Huaco" (1936) y "Hombres" (1937), libro que incluye, además de poemas, conferencias, artículos críticos y comentarios interpretativos. Pero donde su originalidad se pone bien en evidencia, es en los comentarios en prosa de sus propios poemas.
Luego aparecieron otros títulos: "Fernando Máximo" (1939), "Vida juerte" (1944), "Joven amigo" (1944) y "Luz y distancias" (1946). Para muchos, esta etapa es inferior en calidad a la anterior, en la que presentó sus cuatro primeras obras.
Su sobrino Juan Carlos Risso, apenas un niño por aquellos días, cuenta que el costado humano de Romildo y su sentido del humor hacían que fuese muy sencillo acercarse a él: "Era cariñoso, tenía mucha chispa y siempre te sorprendía con algo. Esas cosas a un niño lo deslumbraban". Sin embargo, por relatos de su padre, Juan Carlos estima que ese afecto casi infantil podía diluirse en determinadas situaciones, en particular ligadas a su faceta artística. "Aquí había un tal Fernando Ochoa que recitaba versos camperos por las radios. A Romildo no le gustaba, decía que lo hacía mal, y es famosa la anécdota de cuando un día le dijo: "Si quiere hacerme un favor, le pido que no recite más mis versos". Ese tipo de actitudes, como otras en las que manifestó su ira contra la poesía de colegas como José Alonso y Trelles (el Viejo Pancho) y Fernán Silva Valdés, tal vez pueden haberle restado popularidad en los ámbitos literarios.
ATAHUALPA YUPANQUI dice sobre Risso,en una entrevista :
“Yo tenía un amigo a quien recuerdo "muy siempre", como decimos en el campo, un amigo que murió hace treinta años, el autor de "Los ejes de mi carreta", Don Romildo Risso. Don Romildo me decía: "hay dos clases de viejos -él era un hombre de canas y yo un mocoso de veinticinco años- "dos clases de viejos -me decía Don Romildo Risso-: aquel que pasó la vida acumulando experiencia y aquel otro que se pasó la vida amontonando zonceras y se cree que es experiencia."
Fuentes:
Entrevistas con Juan Carlos Risso y Uruguay Nieto.
[Recopilación de Ernesto González Bermejo. Revista Crisis, septiembre de 1975]
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