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4.11.09

LA NACIÓN CHARRÚA ( II )

El texto que van a leer a continuación pertenece a una señora que firma como María de Atala _ Huebilú. Su nombre castellano es María del Huerto Quevedo. Se considera una descendiente de la Nación Charrúa y lucha por la memoria de los "pueblos originarios", como los llama ella. Vive en Tacuarembó. Más adelante tendrán más datos de ella.

Aquí va el texto mencionado.

........."Inchalá Sepé de la Onkaiujhmar Charrúa"
"Escuchamos hablar por primera vez del Cacique Charrúa Sepé en el año 1831, en la llamada matanza del Queguay. Lograron escapar de esta carnicería unos 25 indios capitaneados por el Cacique Sepé, que huyeron a los bosques del Arapey y del Cuareim. Sepé siempre lo aseguraba.
Habría sido Sepé, luego del combate de Yacaré Cururú en junio de 1832, quién decidió la suerte corrida por Bernabé Rivera.
Sepé, valiente guerrero Charrúa se incorporó con su gente con las fuerzas del General Lavalleja para luchar contra el General Rivera, y luego se adhirió al movimiento separatista de Río Grande do Sul en Brasil, en la llamada Guerra de los Farrapos. El Presidente de la República Don Manuel Oribe allá por el año 1837 hizo llamar a aquella tribu errante para que se acogiese a la protección que el Gobierno le ofrecía señalándole campos y haciendas para subsistir. Al principio sintieron desconfianza, pero pudieron más los deseos que sentían por vivir en sus tierras y en paz. Era la tribu del Cacique Sepé, de la formidable y heroica Nación Charrúa. El bravo Cacique habló entonces con energía y marcado dolor de las traiciones y espantosas crueldades que con ellos usaron los cristianos, derramando a torrentes la sangre de los verdaderos dueños de las tierras, diciendo que los habían tratado peor que a los caballos y a los tigres, no solo degollando a traición a los guerreros, sino también a sus mujeres y sus niños. Manifestó toda la indignación de su alma contra Rivera, autor de la carnicería de Salsipuedes.
Pidió amparo y protección para su tribu contra los traidores y suplicó se le permitiese seguir en el Ejército hasta que Rivera fuera exterminado.
El Cacique Sepé durmió esa noche en la misma tienda del Presidente de la República.
Aceptó con gratitud la oferta de un campo y haciendas para que la tribu residiese allí tranquila y renunciando en adelante a sus correrías.
Volvió al país en la década de 1840, por lo tanto en el año 1857 hacía ya largo tiempo que Sepé vivía con su tribu en los campos de José de la Paz Nadal situado ocho leguas al Sur de la Villa de Tacuarembó. Los arrendaba el cuñado de José Paz Nadal : Higinio Gauna Irigaray, a una legua de las poblaciones del establecimiento, en la falda de un cerro que luego pasó a llamarse cerro Sepé, distante 5 kilómetros del Paso Batoví. La toldería estaba en perfecto estado primitivo; con sus ranchitos de rama arqueada como toldo de carreta con la correspondiente zanjita alrededor, hecha a cuchillo para que pudiera correr el agua. Tenían el lecho de hojas o pajas que renovaban cada vez que se humedecían. Sepé vivió en esos campos hasta su muerte en el año 1864.
El Cacique Sepé era muy conocido en el pago. Contaba la Sra. Juanita Lima esposa de Higinio Gauna con quién Sepé se llevaba muy bien, que cuando moría alguien de la familia Sepé hacia duelo cortándose con el cuchillo, pues el Cacique consideraba suya la familia de su protector.
Vestía únicamente taparrabo de bayeta por cuanto otra ropa le molestaba, igualmente su gente. Aunque se les ofreciera otro abrigo no lo necesitaban.
Una tarde el señor Modesto Polanco y José Paz Nadal estuvieron haciéndole bromas al Cacique hasta hacerlo enojar, y luego calmaron su ira con quicán. Se separaron creyendo que Sepé se había retirado a su campamento pues la fuerte helada obligaba a acercarse a unas brasas y a una buenas mantas para pasar una noche muy fría en nuestra campaña, donde la helada convierte los charcos de agua en hielo. El Sr. Paz Nadal que era madrugador fue a despertar al Sr. Modesto Polanco para que observara algo : era al Cacique Sepé, verdadero Patriarca. Estaba dentro del guardapatio en el cual la lluvia había convertido la tierra en lodazal, y en medio del mismo roncaba apaciblemente el Cacique…. Era asombroso ver la fortaleza de su organismo, su imponente musculatura!!
Dejó en la tierra y a su alrededor la marca de su cuerpo modelada saliendo del cuerpo del Cacique como humo del calor que desprendía del mismo.
Era muy alegre y dicharachero y montaba siempre en un caballo rosillo sin más apero que un cuero de oveja. Tenía el color de las antiguas monedas de bronce, parecía una estatua de granito, pero sus movimientos eran muy elásticos, su agilidad era asombrosa.
Cuentan que los paisanos le pagaban copas a condición de que emitiera su grito de guerra famoso en toda la comarca, era inimitable. Era un alarido que atronaba los aires y que nunca fue fácil de explicar para los que lo escuchaban, parecía comenzar con el bramido de un tigre, seguía con el mugido de un toro y concluía con el toque de atención de un clarín de guerra. Los caballos erizaban las crines y relinchaban al sentirlo. Cada vez que intentaban imitarlo los indios se reían a carcajadas.
Cuando sentía deseos de tomar quicán, (caña), "cerdeaba" al primer caballo o yegua que encontraba al paso, sin importarle que lo observara el dueño del campo que lo tenía como agregado. Al ser observado el respondía girando su mirada en el entorno: "…. mio, todo mío…." y el inchalá sabio tenía razón, como Originario, era dueño y señor de estas tierras, su legítimo dueño….
Rastreador por instinto, con un olfato muy desarrollado, excelente jinete. Usaba indistintamente ambas manos, no tenía predilección alguna por un lado determinado para montar. Casi centenario al retirarse de la pulpería, por alarde, sin esfuerzo, saltaba en pelo, rozando apenas el lomo de la cabalgadura.
La pulpería en que murió Sepé ya no existe. Era la antigua pulpería, a dos cuadras del casco de la Estancia el Duraznal, fracción de seis mil cuadras que José Paz Nadal arrendaba a su cuñado, Higinio Gauna Irigaray; campos en que actualmente se encuentra la llamada Estancia de Duhalde. Es bueno recordar que los campos de José Paz Nadal sumaban 45.000 cuadras, situada en la 2ª, 3ª y 9ª Sección del Departamento de Tacuarembó, y en ellas Sepé se desplazaba.
Vivió en paz, guarecido en las Sierras hasta que en 1862 su tribu fue diezmada por la viruela. El Cacique Sepé y sus hijos Santana y Avelino escaparon de la peste, quizás por tener sus toldos separados del resto de la tribu. Algunos decían que se habían salvado de la peste por haber huido cuando comenzó la misma, pero por relato por tradición oral de sus bisnietos lo niegan categóricamente. Nunca un Cacique abandonaría a su gente. Se encontraba buscando otro lugar para acampar, pues se preservaban los lugares, buscaba otro lugar donde no estuviera escasa la pesca, la caza, los frutos. Años después los dos jóvenes fueron apresados por una leva de las que recorrían la campaña buscando "voluntarios" para el Ejército de Línea, en este caso para un regimiento destacado en Paysandú. El Cacique Sepé logró escapar con la ayuda de sus perros Pamplona y el Cabo.
Sepé, Charrúa, valiente entre los valientes…. ¿no dice la leyenda que vieron a la crucera dormir inofensiva al calor de su cuerpo por donde resbalaba la chuza y no penetraba la metralla del trabuco naranjero, Sepé, al que se le entregaban las mujeres más bonitas de la tribu, por ser el más valiente, como premio, …. admiración y estímulo ….
Modesto Polanco nos cuenta que el Cacique no sólo admitía su participación en el episodio de Yacaré Cururú, sino que inclusive hacía el simulacro del mismo, "con la arrogancia y el orgullo de haber vencido en campo limpio y en franco y leal combate". Tales las palabras del informante Sr. Modesto Polanco.
De vez en cuando complacía a los visitantes con un original espectáculo: colocaba como sus ascendientes, la bola chica de las boleadoras de tres, entre los dedos del pie, tomando por la mitad de la cuerda a cada una de las otras con la respectiva mano. Invitaba a un gaucho que intentara herirlo con el facón : nunca lo lograron, y, frecuentemente desarmaba al contrincante.
Los que conocieron al Cacique Sepé, dicen que no hablaba mucho el español, pero que lo entendía a la perfección. A veces –cuentan - Que le decía a algunas personas al estrechar su mano: “SEPÉ, pa vos….”
Cuentan sus descendientes que se comunicaban entre ellos por silbidos.
Una de sus hijas siempre sabía cuando él iba a visitarla, decía : “hoy Tata, viene”…. O…“Tata va a venir cualquier día de estos”…. y aunque ella le decía “pase Tata”, el nunca entraba, iba a caballo hasta la manguera, hasta la tranquera y allí esperaba…. Ella le llevaba bayeta, carne, pan, estaba un rato y se retiraba…. Y cuenta que su hija lloraba mirándolo marcharse! Esa hija era Maria, la madre de Ventura Aldana era Ña Santa, la otra María. Ventura decía de Sepé: “colorado el cuerpo de Tata!”
Las huestes del Cacique Sepé acampaban en la zona del Arroyo Malo y solían visitar el pueblo en un orden perfecto, cabalgando sobre hermosos caballos criollos y haciendo evoluciones por las calles y plazas que llenaban de admiración a los pacíficos moradores del poblado.
Defendía su "territorio". No permitía siquiera que Paz Nadal, "en cuyas tierras" estaba viviendo se hiciera presente sin permitírselo. Sus perros lo ayudaban. En el lugar había una especie de tranquera y quién quería visitar al Cacique tenía que decir una suerte de contraseña. El Cacique acudía a ese llamado y sus dos perros. Si Sepé portaba su lanza con la punta hacia abajo los perros se quedaban quietos, pero si estaba hacia arriba, sin mediar palabra arremetían furiosos contra quién consideraban un indeseable visitante.
Sepé, auténtico charrúa, hacía estremecer a los que tenía cerca cuando lanzaba su terrible y penetrante grito de guerra. Héroe de nuestra Onkaiujhmar Charrúa merecedor de nuestros homenajes y reconocimientos. Vivió sus últimos años en la mayor pobreza, no teniendo otra indumentaria que una vincha de guasca con que se ataba el pelo, un simple camisa y chiripá de apala que cubrían su cuerpo. Su calzado eran las suelas naturales que de caminar descalzo se le habían formado en la planta de los pies.
Una tarde cruda de Setiembre de 1864 en la reja de la Pulpería de Duthilh y Christy, dos aparceros inconscientes hicieron una apuesta macabra mezclando la caña con veneno para los cueros para probar la resistencia del Cacique. Le alargaron una "limeta" tentadora y el aceptó el convite. Fueron segundos. Tambaleando dio unos pasos y se desplomó a los pies de Viguá su caballo, que al verlo llegar, recula, para las orejas, olfateando la muerte!!!!
Al amanecer los pulperos ven bajo un ombú un bulto que al acercarse reconocen que es Sepé, espantan a los perros Pamplona y el Cabo que estaban como pegados a su dueño y lo atravesaron en el lomo de su caballo Viguá y lo llevaron de tiro.
Como se trataba de un infiel, no necesitaron mayores requisitos, y resolvieron darle sepultura "cerquita nomás y a la buena de Dios", diciendo que no era necesario cruz ni cavar hondo, total: "pa que tanto trabajo, si no hubo ni velorio".
Escoltado por sus perros fue enterrado en una ladera cercana que después paso a llamarse la Bajada del Charrúa.
No faltó quién comentara, "dejuro que de puro mamau estiró la pata el finau….", pero el Cacique Sepé sigue vivo en su numerosa descendencia ….
La noticia se extendió por el pago y cuentan que el remordimiento impulsó a uno de los envenenadores quién tomó conciencia de su crimen a que en confianza lo contara …. y por las dudas se fue a Brasil, de donde a los muchos años llegó la noticia de que fue asesinado ….
Terminada la guerra de las tres divisas una caravana científica exhumó los restos del Cacique y se llevó su cráneo a Río de Janeiro".
.............................María de Atala _ Huebilú
(Primeros datos obtenidos sobre María de Atala fue en http://www.bienaldearteindigena.org/)

1 comentario:

abrecabezas dijo...

gracias Wilson tu sabes lo importante que es para mi todo esto mil gracias
un beso grande Estela